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lunes, 16 de diciembre de 2024 19:20h.

Juanjo Castell. ¡Presente!

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Hoy quiero tener presente a Juanjo Castell, el joven de Valencia que nos ha dejado para siempre después de pasar por un viacrucis de sufrimiento.

En mi cita quincenal con los lectores de Gomera Actualidad hoy quiero tener presente a Juanjo Castell, el joven de Valencia que nos ha dejado para siempre después de pasar por un viacrucis de sufrimiento que si nadie merece pasar por el, Juanjo mucho menos.

Todos conocemos su triste historia y para quien no lo sepa le invito a que visite la página TODOS somos Juanjo y ahí os podéis enterar.

Es muy triste e indignante que las personas vulnerables sean siempre los que pagan los platos rotos debidos a la mala gestión y falta de control e inspección en los centros o residencias donde viven.

Como muy bien dice Carlos Lemus, profesor de enseñanza especial y padre de una niña con autismo... ” Es hora que la satisfacción de sus necesidades y derechos vengan de la mano de prestaciones públicas gestionadas y satisfechas por gestores e infraestructuras públicas y no por las denominadas “empresas del tercer sector”

Ojala se tomen las medidas pertinentes para que casos como el de Juanjo y tantos más que hay no queden impunes.

También quiero comentar sobre el coronavirus, este maldito bicho nos está dando una cura de humildad a todos, no hace distinciones aunque es bien cierto que las personas que tienen más dinero lo tienen más fácil y su confinamiento es más llevadero, lo que no se debe de permitir es que se lo salten porque ellos se piensan que sus privilegios se lo permiten.

Recuerdo haber leído y escuchado que las personas más humildes son más felices porque se conforman con lo que tienen, no estoy de acuerdo con esto, todos tenemos que tener las necesidades básicas cubiertas y muchas personas por desgracia no las tienen.

El coronavirus (al menos bajo mi punto de vista) me está demostrando que las personas con más poder adquisitivo son las que peor lo llevan. Ya no pueden viajar, no pueden ir a la peluquería ni hacerse retoques estéticos, no pueden salir de fiesta con los amigos, ya no pueden hacer todo a lo que estaban acostumbrados y eso les crea frustración.

No se han parado a pensar que son afortunados porque están vivos, mejor el tiempo que antes dedicaban al ocio lo podían dedicar a los más desafortunados y hacer cosas útiles para ayudar a los que desde cualquier profesión están dejándose la piel y a veces la vida para que todos estemos un poco mejor.

Soy coqueta, siempre lo he sido y lo sigo siendo; es cierto que no voy a la peluquería ni me hacen la manicura, pedicura etc. Ahora me arreglo yo misma como durante tantos años lo hice, lo antes mencionado se puede hacer perfectamente en casa, no es igual pero el resultado es parecido y sirve lo mismo, lo que no pienso es gastarme ni un euro en comprar tinte para el pelo, ya estaba dando vueltas a dejarme las canas y ahora es el momento perfecto.

Cuando salgamos a la calle no nos vamos a reconocer, solamente las personas que valoramos lo que tenemos saldremos con canas y a lo loco, contentas de estar vivas y valorando mucho más si cabe a esas personas que están a tu lado en los momentos difíciles (para lo bueno es muy fácil estar)
Tampoco salgo a comer fuera ni estoy con mis amigos tomando un café o con nuestros compañeros de los talleres de teatro, la vida nos ha cambiado a todos.

Esta situación me hace replantearme muchas cosas, vas conociendo lo mejor y lo peor de la sociedad y me doy cuenta que solo las personas más humildes están dando lo mejor de sí mismos para ayudar a sus semejantes.

También me maravilla ver como los animales salen ganando con nuestro confinamiento, están tomando posesión de sus dominios, que les fue arrebatado por los inhumanos descerebrados que se creían los reyes del mambo y ahora se están dando cuenta que son unos simples granos de arena.

A ver si ahora tomamos conciencia del sufrimiento de ellos cuando los tienen encerrados, maltratados y explotados para el disfrute de los que se consideran con derecho a todo.

Lo que más me entristece, es que el maldito bicho se está cebando con nuestros mayores y la verdad que es una injusticia lo que está ocurriendo por falta de medios y recursos, algo imperdonable para las personas que tanto hicieron por todos nosotros y ahora se ven abocados a la enfermedad, el aislamiento y en el peor de los casos a morir sin un abrazo que los consuele.