Madres "normales", madres "especiales"
Entre "madres normales" y "madres especiales" hay una gran diferencia, esa diferencia les va acompañar toda la vida e incluso les afectará a su salud física y mental.
En mi cita quincenal con los lectores hoy quiero escribir sobre las madres llamadas “Normales” (que no tienen hijos con distintas capacidades) y las madres llamadas “Especiales” (que sí tenemos hijos con distintas capacidades)
Las madres que si los tenemos nos suelen decir madres “Especiales” y me parece interesante hablar sobre las diferencias entre las "normales" y las "especiales".
En ambos casos como madres, nos preocupa su salud, bienestar, que cuando se van haciendo mayores estudien, saquen unas notas excelentes, sean brillantes, tengan un trabajo, amigos, pareja, hijos etc.
Pero entre "madres normales" y "madres especiales hay una gran diferencia, esa diferencia les va acompañar toda la vida e incluso les afectará a su salud física y mental.
Madres “Normales” sus aspiraciones y anhelos:
Mi hijo tiene que ser el primero en todo; colegio, instituto, universidad, trabajo, tener buenos amigos, tener una pareja que le haga feliz y por supuesto que me de nietos para hacerme una abuela muy feliz y así poder sentirme orgullosa de mi familia.
Madres “Especiales” sus frustraciones, decepciones, miedos y sueños.
A mí hijo lo rechazan en el colegio, en el parque, en la piscina, en la iglesia… Lo miran pero no lo ven, lo oyen pero no lo escuchan, no tiene amigos, no puede mostrar sus notas académicas, es invisible para la gran mayoría de la sociedad, nunca va poder salir de fiesta con amigos, no es invitado a cumpleaños ni a celebraciones.
La sociedad piensa que ellos ni sienten ni padecen, son presa fácil para las burlas y vejaciones, cuando muestran sus capacidades se asombran y no dan crédito a lo que ellos son capaces de hacer.
Con del paso del tiempo las madres “especiales”, empezamos a dar vueltas a la cabeza... ¿Qué va a ser de ellos cuando ya no estemos?
Las madres “normales”, también se hacen esa pregunta, es lógico. Lo que ocurre es que sus hijos se pueden desenvolver en la vida y ellos aunque les falten sus padres y les echen en falta, siempre tendrán a los amigos, novias, o familiares que les acompañarán.
Nosotras las madres “especiales” tenemos que adaptar nuestra vida al paso que marquen nuestros hijos.
Muchas madres no pueden dormir ni tres horas seguidas, no pueden socializar con sus hijos porque en muchos casos por sus características hacen o dicen cosas que a los ojos de los demás lo ven raro o fuera de lugar (cada persona es un mundo) y la sociedad en vez de intentar ponerse en la piel de esas madres, lo que ponen es el grito en el cielo y huyen como alma que lleva el diablo.
Muchas de esas madres se encuentran solas criando a sus hijos porque sus parejas “no pueden soportar esa vida” y ahí se quedan ellas luchando para que a sus hijos no les falte de nada, tragándose las lágrimas para que sus hijos las vean fuertes y luchadoras.
La verdad que para tener parejas que están puestas por el ayuntamiento, mejor solas con sus hijos, solo falta tener que hacer de madres del padre de tus hijos, hombres donde la madurez brilla por su ausencia.
Pasan los años, nos vamos haciendo mayores y nuestros hijos también se hacen y ocurre que el trabajo es el mismo pero nosotras ya no somos las que nos comíamos el mundo y tenemos que seguir cuidando de nuestros hijos como si fueran hijos pequeños.
No tenemos nietos pero como si los tuviéramos, hay que seguir pendientes de ellos en todos los aspectos, aunque tengan cierta autonomía siempre hay que estar al pie del cañón.
Para nosotras no hay jubilación y eso que estamos disponibles las veinticuatro horas del día y hasta hacemos guardias, somos expertas en todas las ramas, aunque no tengamos títulos que lo acrediten, tenemos la experiencia suficiente para dar clases a quien quiera aprender a tratar a personas con distintas capacidades. Aunque tampoco es nada extraordinario, se resume en paciencia, comprensión, adaptación, tratar como nos gusta ser tratados y mucho cariño.
Todo nos va pasando factura
Todo nos va pasando factura y la mayoría de las madres padecemos o somatizamos la tensión, preocupación y temores y llegan las depresiones, el ánimo alicaído, las ganas de tirar la toalla, pero seguimos en pie por ellos.
Lo que no soportamos es que vengan a quejarse otras personas que no viven nuestra realidad, y nos cuenten milongas porque se ahogan en un vaso de agua. Por eso nosotras cada vez nos hacemos más selectivas y procuramos estar con personas que nos aportan, para restar que se queden en su casa cotilleando detrás de los visillos.
En realidad el Estado se ahorra mucho dinero con nuestra dedicación exclusiva y pienso que lo que tienen que hacer los políticos, es al menos darnos las garantías que su futuro sea lo más placentero posible y que atiendan las demandas que queremos las madres para nuestros hijos. No es otra cosa que en el futuro puedan quedar en su casa, en su entorno que conocen y donde son conocidos y donde han vivido toda la vida.
Recursos hay lo que falta es voluntad, si se ponen en nuestro lugar lo entenderán mucho mejor.
Para terminar quiero decirles a las madres “normales”, que aprecien lo que tienen, enseñen a sus hijos a respetar al diferente, todos los somos, y si no soportan ver nuestra realidad que cambien de acera porque nuestros hijos tiene el mismo derecho que los demás a estar en este mundo.
En honor a la verdad afortunadamente hay madres “normales” que si muestran empatía y tratan de conocer nuestra realidad. No debo meter a todas en el mismo saco porque no es justo, pero desgraciadamente esta sociedad todavía se cree por encima del bien y del mal, hay mucho que trabajar al respecto y seguro que las madres “especiales” van a seguir trabajando por ello.