Democracia no es sólo ejercer el derecho al Voto
En “el mismo lote” va incluido el deber de ejercer nuestro derecho a exigir que se cumplan las promesas por aquellos a los que se les ha brindado nuestro apoyo.
Que duda cabe que, estamos inmersos en Campaña electoral y, en “la vorágine” que la misma provoca en mayor o menor medida en todos nosotros, inclusive en aquellos que dicen “estar cansados de la política” y es que, para bien o para mal, hasta el precio del pan depende de la “política”.
Dicho esto, debemos en mi humilde opinión, tener presente que de lo que se trata es de elegir sabiamente a quienes tendrán en sus manos nuestro futuro próximo, al menos durante cuatro nuevos años y en los que, dependiendo de a quienes hayamos otorgado mayoritariamente nuestra confianza, serán los que impulsen o hundan nuestra localidad, isla o región.
En este sentido, cierto es que no faltan opciones ni candidatos con posibilidades de resultar elegibles pero, no es menos cierto que algunas Candidaturas son “más de lo mismo” con la salvedad de estar incluido algún que otro “relleno”; personas estas últimas quizá con mejores aptitudes y actitudes que la de “puestos de salida” pero que se incluyen para realizar el “trabajo para los de cabeza”, es decir, patear “montes y valles” para procurarles la silla a los líderes.
Por eso, uno de los derechos que nos otorga nuestra Democracia y Constitución es el de ejercerlo libre y secreto, es decir, sin sentirse presionado, coaccionado o premiado por ello, además de que no se conozca, salvo que se diga, la decisión u opción política que hayamos tomado.
Ahora bien, en cuanto a ese derecho existe además o debiera, el de ejercerse siendo conscientes que nuestra decisión unilateral puede afectar en gran medida a la colectividad, o lo que es lo mismo, que por mor de nuestras aspiraciones personales que, pueden ser y son legítimas, salvemos o condenemos la de los demás y que, de igual modo lo son.
Una localidad, isla o región, no puede estar gobernada por aquellos que lo hagan , sean nuestros colegas de partido, nos caigan bien o “susciten penas” ; para nada, debemos tener presente ante todo que les estamos otorgando una facultad para la que pensamos están capacitados, máxime cuando algunos ya la han tenido y han demostrado su total ineptitud en ese cometido.
Pero, independientemente de la decisión que tomemos el “día de urnas”, pensemos que ahí no termina nuestro derecho y obligación; ese es el punto de partida para comenzar a fiscalizar la labor de aquellos a los que hemos querido que sean nuestros gestores y asalariados. No olvidemos sus promesas, es más, debemos recordárselas y exigirles productividad tal y como haríamos con cualesquier otro trabajador.
Si no ejercemos estos derechos y actuamos ante las urnas motivados más con la razón que con el corazón, a la postre, no nos quejemos de que a los que hemos dado nuestra confianza la han defraudado. Tened-tengamos presente las listas en las que están aquellos que ya lo han hecho y, encima quieren repetir.