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lunes, 16 de diciembre de 2024 09:30h.

El peligro de mezclar oro con barro

JOSE ANDRES MEDINA OPINION
Huelga decir que, aunque la cabeza sea de oro, unos pies de barro no son lo suficientemente fuertes como para confiarles nuestra seguridad, nuestro futuro.

Todos habrán escuchado hablar o leído el pasaje en el libro de  Daniel, más concretamente donde el profeta interpreta un sueño del Rey de Babilonia, Nabucodonosor en el que aparecía una gigantesca estatua hecha por diversos elementos: la cabeza era de oro, el torso de plata, la caderas de bronce, las piernas de hierro y los pies eran de barro cocido. Una piedra cayó rodando hacia la escultura, chocando contra los pies y haciéndola desmoronarse, debido a la fragilidad del elemento con la que se había hecho la base, por muy fuertes y sólidas que fueran las del resto del cuerpo.

Pues bien, el profeta pudo deducir que lo soñado por el monarca no era otra cosa que la advertencia divina acerca de que determinadas cosas, que en apariencia pueden parecer unidas, jamás podrán mezclarse. 

Así, como en una escultura o edificación, las bases son la pieza fundamental para que esta resista con seguridad el paso del tiempo, de igual forma los elementos y materiales que la componen deben poder ser homogéneos o al menos, tener la capacidad de poder unirse unos con otros sin fisuras.

En los grupos humanos, sobre todo en aquellos en los que, con nuestro apoyo  nos jugamos un tiempo de Gestión importante para el desarrollo del lugar, isla, región o nación en la que vivimos, también sería aplicable tener presente esta máxima.  Apostar por aquellos que, no sólo la cabeza sea de oro, también que el resto de de quienes lo componen se sepa que son bastante análogos o al menos, no existan componendas o arreglos provisionales motivados por el interés personal de cada uno, debía ser asunto a considerar. Luego, lo que tu sentir o idea te dicte, aunque yerres que suele ocurrir.

Por tanto y como quiera que nos jugamos cuatro años de futuro, debíamos tener presente que por encima de todo, el sentido común debía imperar y sobre todo, tener presente que las mezclas casi siempre terminan separadas, máxime cuando sus “elementos” están compuestos de ingredientes tan dispares.

Ya lo decía el profeta,  “Y así como usted vio que se mezclaban el oro y el barro, también los pueblos se mezclarán entre sí. Pero por más que se mezclen no serán un solo pueblo, como tampoco el oro y el barro se mezclan totalmente”