De Canarios en el Mundo
Hijo del llamado “Moro”, Fue, José Hernández Negrín, un modélico tesoro, de honradez y decoro, que labró su porvenir.
Tengo un excelente amigo y destacado paisano, de nombre, Antonio Álamo Lima, que, con sabia pluma y autorizada voz, lleva exitosamente varios programas radiales en una muy renombrada Emisora caraqueña, resaltando, por encima de todo, la fecunda labor realizada por muchos de los isleños residentes en la añorada Patria de Bolívar.
Me comunica el triste fallecimiento que, a los 81 años de edad, en el Estado Miranda, acaeciera el pasado 11 de diciembre, de un sencillo personaje, popularmente conocido por haber sido el pasajero más tierno que embarcara en aquel, tan recordado y memorable, TELÉMACO, esperanzadora ancla salvadora del más codiciado futuro.
Un 16 de septiembre, del año de 1.950, después de 39 días de su partida del archipiélago, y de numerosas incidencias infernales, arribó al país caribeño, para comenzar una nueva y prometedora existencia. Todo lo expuesto, me ha inspirado los siguientes versos, deplorando de corazón, tan doliente pérdida y, transmitiéndole a sus afligidos familiares, nuestra más contritas expresiones de sincera condolencia.
Merecida recompensa
Este homenaje sentido,
a un gomero de primera,
que ya traspuso el camino,
como errante peregrino,
en muy lejana frontera:
Hijo del llamado “Moro”,
Fue, José Hernández Negrín,
un modélico tesoro,
de honradez y decoro,
que labró su porvenir.
De Hermigua, era oriundo
Y, en “Telémaco”, bajel,
con un coraje profundo,
se aventuró al Nuevo Mundo,
sin facultad de papel.
Fue un transporte clandestino,
con profusos contratiempos.
¡Se perseguía a un destino,
por el trazado camino,
de acumular buenos tiempos!
De agosto, un lejano nueve,
del novecientos cincuenta,
a sus familia conmueve
y, de la roca se mueve,
sin sospechar la tormenta.
Contra fuertes tempestades,
hasta La Guaira, llegaron.
¡Afuera, calamidades,
para, alcanzar amistades
que, de inmediato, lograron!
El más joven, fue de todos,
valientemente dispuesto
y, sin busca de acomodos,
se magulló bien los codos,
para ganarse el sustento.
Con su amada se casó
y, cuatro hijos que tuvieron.
¡Linda Familia formó
que, angustiada se quedó,
por el amor que perdieron!
Fue el juvenil navegante,
De una historia con estela.
¡un ejemplar de emigrante
Que, plantó rico estandarte,
En la amada Venezuela!