Donde los gallos siguen cantando
Después de un ya conocido extenso periodo de obligado reposo vacacional, tenemos la inmensa oportunidad de poder volver con todos ustedes, mis apreciados buenos Amigos Lectores de GomeraActualidad, tan afectuosamente recordados y, de todo corazón, bastante, perfectamente evocados.
¡Este placentero invento “sabático”, de vez en cuando,a nadie le viene a resultar ser nada mal, aunque, por añeja costumbre, vengamos a celebrarlo anualmente!
Hemos pasado un par de meses en la vecina y colindante isla de El Hierro, añorada cuna natal de los queridos abuelos, padres y hermanos, ya, por desgracia, todos ellos, definitivamente, traspasados a la otra enigmática y desconocida tenebrosa orilla.
Quienes deseen y quieran disfrutar de tranquila paz y soñado reposo, tanto corporal como espiritual, encarecidamente, les aconsejo, recomiendo e invito, se den un saltíto por Valverde, para que personalmente comprueben lo que es todo un emotivo y auténtico soberano aplomo viviente. Creo que, en ningún apartado rincón, pueblo o lejano vericueto de este holgado mundo, puedan encontrar la geográfica existencia de un lugar más benigno, sereno y sumiso que este.
¡Un impresionante, original y verdadero remanso de armisticio, si consideramos la peculiar especialidad de que, a partir de determinadas horas vespertinas, hasta bien alcanzadas las avanzadas de las nocturnas, por las principales calles de su elevada capital, no se logra divisar ni siquiera un alma que transite por sus pocas señaladas circunvalares aceras!
¡He podido atisbar a muchos más vehículos que personas, aparcados en acentuada fila india, por los cubiertos bordes de algunas carreteras!
Se glosa que, el influyente imán de la televisión, Internet, móviles y demás artefactos modernos, abundantemente usados, son los crasos culpables de la tan llamativa anomalía.
¡Como si un clandestino y reservado toque de ajustada queda , en pleno alto del fuego combativo, de antemano, se hubiese establecido!
¡Sí que he podido sanamente deleitarme a lo grande, habiendo tenido la sonora conveniencia de volver, como en las pasadas épocas de la lejana niñez, a percibir los cantarinos gorjeos matutinos de los briosos gallos, el económico despertador campestre, tal vez, anidados en alguno que otro lejano acampado corral hogareño!
En la mayoría de los casos, estas avispadas aves, solían servir para la tradicional buena sopa caliente navideña, aunque sus carnes, estuviesen más dura que los afilados espolones que acostumbraban a lucir.
Por otra parte, un penoso sentimiento de angustiosa pena y melancólica nostalgia, con los abriles que ya uno carga sobre las curtidas espaldas, sobremanera, nos invade
en lo más recóndito de las entrañas, comprobando la enorme cantidad de bienquistos parientes, amigos y conocidos que ya no se encuentran entre nosotros.
Muy pocos son los jóvenes los que a uno conoce.
El siempre abrazo fraternal de bienvenida, del apreciado espléndido colega y mejor amigo, Raúl Álamo, generosamente ofreciéndome los medios necesarios electrónicos para disponer de ellos; la llamativa espontaneidad de su entretenido hermano Alvaro; Ramón Ayala, Onésimo Sánchez e hijo; la generosa Encarnita Sánchez; “el manitas” de José Ramón; el actual Propietario de “La Pernada ”y esposa; la allegada acogida de los hermanos, Guillermo y Paco “Piñero”.
Las nocturnales visitas a la agradecida cuñada, Lolita Padrón, amorosamente asistida en sus dolencias por su atento yerno, Feliciano Padrón, con los solícitos servicios especiales a cargo de Karyna, Alba y Amarilys, bajo la filial disposición de su bien amada hija Marianelita y, casi, constantemente, con las jocosas salidas del fijo Julio, de cuyos labios, nunca se aparta su consabido,¡caray!caray!
El típico desayuno ofrecido por Aida y Pablo, al noble estilo herreño, con frescas uvas, queso rallado, quesadillas y “agua negra”, así como la golosa chocolatada en casa, con la emparentada presencia de Nico, Maty, Conchita, Rodolfo y Janet, recién regresados de Los Cristianos, en donde con todo honor y pompa, celebraron la inolvidable ceremonia civil de su matrimonial enlace.
¡De qué forma y manera, eché de menos, las cotidianas programas de “Onda Herreña”, llorada Emisora que fuera guía informativa en toda la isla, bajo la sabia supervisión de mi ínclito aliado Juan Antonio Reboso Padrón, ignorando hasta la fecha, cuál ha sido el serio motivo de su funesto cierre total!
¡Todas estas impresiones, a vuela pluma, he querido dejarlas reflejadas en este mimado Digital, con la esperanza de no haberles aburrido demasiado, ni cansado mucho!
Volvemos a las andadas,
en este mes de noviembre.
¡crónicas acostumbradas
que, aunque sean atrasadas,
nunca a ustedes les miente!