Al gomero potaje de berros
Este glotón de primera, de cebollas y ajos puerros, solía ir a La Gomera, para gastarse las perras, probando “potaje-berros.”
Era su especial lugar,
según declara y entiende
por tener sabor de hogar,
para el mejor paladar
de apetito permanente.
Le decía, así, su abuelo:
“Por donde quiera, los pago.
¡En Las Palmas, será bueno
pero, comerlo, yo quiero,
en La Playa de Santiago”.
¡Vaya verde caldo espeso
que, hasta de gripe nos curas,
tiene gustillo de un beso,
con el soñado embeleso,
de las mejores verduras!
De cerdo, sus costillitas,
desechando la panceta,
batatas amarillitas
y, esas papas, bien bonitas,
con judías de manteca.
Si no falla la memoria,
del comino, el buen sabor,
calabaza, zanahoria
y, camino de la gloria,
acudiendo al comedor.
La mazorca reluciente,
de refulgente dorado
que, de modo complaciente,
atraviesa el carnal puente,
con deleite refinado.
Para dar la campanada,,
un escaldón puro fino,
con cebollita picada,
mucho mejor, colorada,
y, su vasito de vino.
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Hoy, las cosas, han cambiado,
aunque parezcan mejores.
¡A embullir todo enlatado
que, por ser recalentado,
no proporciona sudores!
Las pizzas, viajan corriendo,
atravesando barreras.
¡TRISTEMENTE, ESTÁ OCURRIENDO
QUE, SE IGNORA EL SENTIMIENTO,
DE LAS BUENAS COCINERAS!