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viernes, 15 de noviembre de 2024 12:37h.

Una pasión universal

 Los clavos más difíciles de clavar son los que más cuestan extirpar.

¡Así, son los diversos humanos gustos, por la inclinación partidista, hacia algunas determinadas cosas que, de manera sugestiva, fuertemente atraen, endiosan y, locamente, arrebatan. Y, desde que se inventó, el muy entretenido gran momio del actual prestigioso Fútbol, al parecer, no existe en toda la redondez del bigardo mundo, algo que enardezca más y más a las masas, como esta ardiente seducción contemporánea deportiva.

De niño, con pesadas pelotas de trapo o, rudamente confeccionadas con fuertes tiras de secas plataneras, alguna que otra vez, con incautada vejiga de sacrificado pobre cochino, recuerdo que organizábamos unos reñidos partidos, a veces, hasta en medio de cualquier plena carretera asfaltada, o en secos terrenos vecinales, totalmente empedrados, e inclusive, peligrosamente, nocivos para la vitalidad.

La santa paciencia de las buenas madres, era digna de subrayar, cuando, retornando al domicilio, llegábamos sudorosos, polvorientos y con los pies destrozados ,ya que, por la pobre escasez de algunos fondos monetarios, solíamos competir descalzos, a puro dedos desnudos, economizando zapatos, con más abscesos que cualquier aciago y apurado tullido. Tuve la pícara fortuna de haber podido conocer a extraordinarios astros del balompié.

Habitando en Las Palmas de Gran Canaria, cerca del conocido “Parque de La feria”, allá, por los años cuarenta, existía un renombrado Campo de Fútbol, denominado “Del Marino” y, desde muy matinales horas, hasta el concreto anochecer, se llevaban acabo unos prestigiosos “encontronazos” de padre y muy señor mío, completamente gratuitos, apasionadamente cautivadores y genuinos. Allí, vi por vez primera al gran Alfonso Silva, Francisco Campos, Luis Molowny Arbelo... quienes, con el transcurrir del tiempo, llegarían a formar parte activa y prestigiosa en los notorios Clubs españoles del “Atlético Aviación”y del “Real Madrid FC” , recibiendo, más tarde, los altos bordados de la aspirada internacionalidad hispana, con irrefutable gloria y meritorio lucimiento.

Alfonso Silva, un serio morenito, de casta hindú él, tenía la particularidad de que, cuando se dejaba por fuera la camiseta, se empleaba a fondo y realizaba esos insignes partidos que conducían a la resonante gran victoria final. Paco Campos, alto, espigado, de pelo rizado, tenía el don de manejar como muy pocos el juego aéreo, marcando goles con la cabeza, de muy difícil y bellísima factura.

Luis Molowny Arbelo , “el Mangas”, apodado así, porque corría como una centella y nunca se le veían las manos, cubiertas por las mangas de la camiseta,era capaz de sortearse a cualquiera, en el apretado palmo de una loseta, llegó a ser hasta entrenador de su elenco, proporcionándole campeonatos ligeros de mucho valía y consideración.

El poco pelo que ya me queda en el cráneo, como se suele decir, se me pone de punta desempolvando el insólito hecho aquel de cuando a España vino victoriosa la gran Selección Argentina, Campeona del mundo y, enfrentándose a varios poderosos equipos de la Capital, los ganara todos, con líquida solvencia y limpia transparencia.

Concertaron un partido con una Selección de Canarios en Las Palmas, y estos tres ya nombrados célebres genios, con otros de igual factura, por aquel entonces, desarrollaron su retumbante distinción de mágicos futbolistas, llegando a ir ganándoles en el primer tiempo, nada más y nada menos, que por por 4-0, de tal forma y manera que los “ches”, no querían pisar el terreno en el segundo tiempo, alegando de que,solamente...“ Venían a realizar una simple y mera exhibición y no, a que se les goleara de aquella manera".

En el presente, todo está exageradamente transformado. En mi época, los que apasionadamente cultivaban este deporte, hasta se pagaban las botas y el equipaje, para poder competir. Aún vislumbro al gran Bartolo, finalizando su duro trabajo portuario, a las tantas de la tarde, colgando del cuello unas viejas y remendadas alpargatas, dispuesto a dejarse los propios pulmones sobre el césped, en defensa de su idolatrado Marino FC!

Hoy, las muchas grandes figuras deportivas, corriendo detrás de un esférico, divirtiéndose, ganan mas riqueza que cualquier afamado médico, experto ingeniero o laureado científico. Este mundial enamoramiento, atravesando cercanos pueblos y alejados continentes, nos mueve, conmueve y entretiene. Hasta las tantas de la madrugada, permanecemos frente a la pequeña pantalla, visionando las absorbentes tertulias de "El Chiringuito", ágil formato, muy astutamente encarrilado por el afable periodista, Josep Pedrerol, a quien no le vendría nada mal, el que le apuntáramos la osada nota de que, durante el desarrollo de su muy seguida emisión, dejasen de oírse esos desagradables ruidecitos en forma de ventosidades que, con demasiada frecuencia, acompañan las opiniones de los tertulianos.