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miércoles, 25 de diciembre de 2024 11:11h.

El resplandor de la humildad

JuanBosco

Tuvo que mendigar para reunir dinero e ingresar en el seminario, algo que, después de infinitas fatigas, logró alcanzar a la edad de los 16 años,

Fue un modesto pastorcillo, nacido en los montañosos y ásperos valles piamonteses de Italia, un 16 de agosto del año 1.815, siendo sus padres, MARGARITA OCHIENA y FRANCISCO BOSCO, quien, tristemente, falleciera, explayándose de él a una muy temprana y apurada edad.

Tuvo que mendigar para reunir dinero e ingresar en el seminario, algo que, después de infinitas fatigas, logró alcanzar a la edad de los 16 años, Ordenándose Prelado bastante joven y, recibiendo de su respetada madre, esta advertencia: “ RECUERDA SIEMPRE MUY BIEN, JUAN, QUE TE HAS HECHO MINISTRO DEL SEÑOR, PARA PROPAGAR SU NOMBRE Y, SI ALGUNA VEZ, TE CIEGAS POR EL DINERO FÁCIL Y LA FORTUNA PERSEGUIDA, DESDE ESE MISMO INSTANTE, DEJARÁS DE SER HIJO MÍO”

Su dignificante existencia, en realidad, vienen a revelarnos unos tajantes acontecimientos milagrosos, situaciones e inverosímiles hazañas, dignas de figurar con altos honores, entre los mejores y más fantásticos argumentos folletinescos de cualquier reciente etapa o remota época. Ello, le ha valido el haber sido designado como insólito PATRONO DE LA CINEMATOGRAFÍA ESPAÑOLA, para que, en su nombre, se usen durante este mes de enero, regios homenajes, exaltando así, más y más, el certero, seguro mérito, de haber sido todo UN HOMBRE- LEYENDA.

Tal desmesurado bienhechor, alabado Fundador de los SALESIANOS y de las beneméritas orientadoras, HIJAS DE MARÍA AUXILIADORA, viene a resultar ser el bienaventurado dignatario que más ha querido a la mísera juventud pobre y abandonada, ejerciendo sobre ella un prodigioso magnetismo físico-espiritual, pletórico de inimaginables y lógicas dichosas consecuencias sin fin que, todavía, a estas alturas de los tiempos, continúa perseverando, con el mismísimo espíritu carismático y solidario de antaño.

Hace ya bastantes años, tuve la insólita circunstancia de haber podido conocer, de tratar, a dos modélicos adeptos hijos espirituales suyos, sacerdotes ellos, y pertenecientes que lo fueran de esta Congregación, llamados, RVDO. Pablo Montaldo y , D. Pedro Tantardini, quienes, de niños,¡ asombroso!, de los propios labios de DON BOSCO, escucharan muy benévolos consejos, de antemano, inculcándoles sus afectivos apegos vocacionales y, confesàndoles al oído, algo tan misterioso e insondable, tan oculto secreto que, a nadie, en este mundo, de ninguna forma ni manera, jamás, quisieron evidenciar. Se cree que les predecía el día, fecha y hora de su óbito, así como el futuro papel que ambos ejercitarían en España y en Venezuela, como activos Formadores y modélicos Abanderados, en sus respectivas Comunidades. Y, si les he traído este repertorio, es por el simple, sencillo hecho, de hacerles notar que, DON BOSCO, viene a comparecer ante nosotros,
 
para convertirse en un atractivo personaje somático del transcurrido mismo tiempo de ellos, ya que, dejó de existir, un 31 de enero de 1.888. Su magna Obra, abarca todas las fronteras, extendiéndose como enorme árbol protector, cuyas acogedoras ramas engloban, del norte al mediodía, de lejano ocaso, hasta la cercana aurora, entre, nada más y nada menos que, 130 favorecidas naciones.

Con iluminado y eficaz buen tacto, accionó negros piélagos, altos montes, Sumos Pontífices, Reyes, Políticos Empresarios, trabajadores manuales y modestos hombres del pueblo, así, como de innumerables masas de gente, tan solo con el firme objetivo de poder rodearse, para defender con amor, a una inmensa multitud de desaliñados chicos, faltos de cariño, de atención y, hasta del mismo y perentorio alimenticio bendito pan de cada día. Su vida fue el gran capítulo perfecto de la más entretenida, simpática y contagiosa alegría. 46 años, después de su deceso, a los 73 de edad, su Santidad, PÍO XI , (JUAN PABLO II), ante una insólita multitud de entusiasmados fieles, le proclama SANTO, el 1 de Abril de 1.934.

¡¡EL RESPLANDOR DE SU HUMILDAD, LE LLEVÓ HASTA LA GLORIA DE LOS ALTARES, LA SUPREMA RECOMPENSA DE LOS QUE TAN SÓLO, COMO CRISTO, PASAN POR ESTE MUNDO, DISPERSANDO EL BIEN!
¡DON BOSCO TE ACLAMAN,
CUAL PADRE Y PASTOR, INMENSAS LEGIONES, CON HIMNOS DE AMOR!