A la señorita Zamora
Por tanto, esta dama herreña, supo heredar de su hogar, todo el empuje que enseña, la más radiante reseña, que se alcanzara a soñar.
Asunción Padrón Fernández,
hija de Doña Matilde,
del centenario Don Ángel,
aquel valorado padre,
de cubana estirpe humilde.
El valiente agricultor,
amante del fruto suelo.
¡El que vertiendo sudor,
dejara con gran fervor,
magnas obras de hombre bueno!
Por tanto, esta dama herreña,
supo heredar de su hogar,
todo el empuje que enseña,
la más radiante reseña,
que se alcanzara a soñar.
Salvado ya el medio siglo
de enlace matrimonial,
se margina a un tal peligro,
que anda asolando a este siglo,
con el divorcio mortal.
Maestra de profesión,
supo ofrecer la enseñanza.
¡Con crecida vocación,
otorgó su corazón,
en un vergel de la infancia!
Sus alumnas del ayer,
ya son adultas formadas
y, al concluir un deber,
siente el gozoso placer,
de saberlas educadas.
Agradecidas señoras,
le escriben con gran dulzura,
evocando aquellas horas,
de niñas encantadoras,
revestidas de ternura.
¡El tiempo pasa volando!
¡La vida es arcano oscuro!
¡Lo que se deja sembrando,
en el mundo irá quedando,
para muestra del futuro!
Es una abuela dichosa,
con dos nietas y tres nietos
que, daría cualquier cosa,
por volver la vida en rosa,
conociendo a unos biznietos.
Es una ofrenda sencilla,
adornada de ilusión.
¡El amor de una Familia,
revelando con poesía,
El día de la Asunción
¡Felicidades profesora!
Con apego le diría,
Que la estirpe de Zamora,
Sea siempre portadora, de su salud y alegría.