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domingo, 24 de noviembre de 2024 00:00h.

Con la ternura emparentada

Realismo  es  vivir  como se piensa y llamar las cosas por su nombre, así,
como  Existir, es   saber  ampliarse  a todos los horizontes  y en  todas las
direcciones.

NIETA Y ABUELA

Con   las ya enunciadas  auténticas   reflexiones  expuestas,   abrimos hoy
estas curiosas memorias,  intensamente experimentadas  en  mis recientes 
vacaciones anuales, como siempre,transcurridas en Valverde  de El Hierro.

Tuve   la satisfecha   circunstancia  de  poder   comparecer   en   el  Feliz
Cumpleaños de  mi  muy  conocida  cuñada, Lolita Padrón Galán,que,
todavía,  a   sus  94   de edad,  sigue  conservando  esa  tal plácida  lucidez 
mental  inverosímil,  capaz   de  conseguir   ofrecernos  la   tan  asombrosa 
circustancia de continuar  recitándonos  sus  asimilados  clásicos  versos
de la juventud, con una meridiana claridad  y enfática entonación estética,
digna de los mayores aplausos  y respetable atención.

Las gentiles prestaciones solícitas de la ingeniosa cubanita,  Amarilys; las
de su garbosa  hija, Denika,  acompañadas  de las  ínclitas buenas colegas,
Alba, y Karina, con  la  auxiliar  colaboración del  gran Julio; bajo la filial
tutela  de  Marianelita, Isabelita,María Pilar y   Feliciano,   accedieron
a cubrir una festiva atmósfera de ostentoso  optimismo allegado, positivo, 
tierno y afectivo.

Como   inesperado  gran colofón, su experta  nieta, Dolores Padrón
ZAMORA, de universitaria  profesión abogada, (una adiestrada política y 
doctrinal pedagoga), nos  deleitó   con un  encantador  escrito,  merecedor
de figurar aquí, con los mayores honores y, al pie de la letra:

"Las manos de  mi abuela que, hoy, cumplen 94 años.

Manos de mujer adelantada a una época.

Manos de una  niña que tuvo que trabajar  demasiado pronto. Manos de  hermana  mayor  que,  las  circunstancias,  hicieron que tuviera que asumir  rápidas obligaciones. Manos de  las  que  formalizó  Escrituras y,  con  ello, comía la familia. IMG_0656

Manos que aprendieron a leer y a escribir. Manos de una mujer guerrera. Manos de madre que acariciaron a unos hijos, pidieron y, también, sufrieron, la pérdida de uno de ellos. Manos de abuela que trasladaron poemas, canciones  y memorias históricas de unos estudios memorísticos como eran los de antes. Manos de suegra que han conseguido  a una hija más. Manos de cuñada, alegre y vivaracha con su familia.

Manos de tía Lola. Manos de “Lolita Galán”, “la de la Notaría”. Manos de mi abuela, de la que me siento orgullosa,  pese a su talante, pero...¡SON LAS MANOS DE MI ABUELA y LA QUIERO!”

Toda una preciosa,  arrebatadora,  literaria  y  bastante cariñosa   apología, 
elaborada  por  mi admirada sobrina, con unas expresiones colmadas de sin par
seducción que, de veras, me han conmovido hasta lo más íntimo y profundo 
del al