Con la ternura emparentada
Realismo es vivir como se piensa y llamar las cosas por su nombre, así,
como Existir, es saber ampliarse a todos los horizontes y en todas las
direcciones.
Con las ya enunciadas auténticas reflexiones expuestas, abrimos hoy
estas curiosas memorias, intensamente experimentadas en mis recientes
vacaciones anuales, como siempre,transcurridas en Valverde de El Hierro.
Tuve la satisfecha circunstancia de poder comparecer en el Feliz
Cumpleaños de mi muy conocida cuñada, Lolita Padrón Galán,que,
todavía, a sus 94 de edad, sigue conservando esa tal plácida lucidez
mental inverosímil, capaz de conseguir ofrecernos la tan asombrosa
circustancia de continuar recitándonos sus asimilados clásicos versos
de la juventud, con una meridiana claridad y enfática entonación estética,
digna de los mayores aplausos y respetable atención.
Las gentiles prestaciones solícitas de la ingeniosa cubanita, Amarilys; las
de su garbosa hija, Denika, acompañadas de las ínclitas buenas colegas,
Alba, y Karina, con la auxiliar colaboración del gran Julio; bajo la filial
tutela de Marianelita, Isabelita,María Pilar y Feliciano, accedieron
a cubrir una festiva atmósfera de ostentoso optimismo allegado, positivo,
tierno y afectivo.
Como inesperado gran colofón, su experta nieta, Dolores Padrón
ZAMORA, de universitaria profesión abogada, (una adiestrada política y
doctrinal pedagoga), nos deleitó con un encantador escrito, merecedor
de figurar aquí, con los mayores honores y, al pie de la letra:
"Las manos de mi abuela que, hoy, cumplen 94 años.
Manos de mujer adelantada a una época.
Manos de una niña que tuvo que trabajar demasiado pronto. Manos de hermana mayor que, las circunstancias, hicieron que tuviera que asumir rápidas obligaciones. Manos de las que formalizó Escrituras y, con ello, comía la familia.
Manos que aprendieron a leer y a escribir. Manos de una mujer guerrera. Manos de madre que acariciaron a unos hijos, pidieron y, también, sufrieron, la pérdida de uno de ellos. Manos de abuela que trasladaron poemas, canciones y memorias históricas de unos estudios memorísticos como eran los de antes. Manos de suegra que han conseguido a una hija más. Manos de cuñada, alegre y vivaracha con su familia.
Manos de tía Lola. Manos de “Lolita Galán”, “la de la Notaría”. Manos de mi abuela, de la que me siento orgullosa, pese a su talante, pero...¡SON LAS MANOS DE MI ABUELA y LA QUIERO!”
Toda una preciosa, arrebatadora, literaria y bastante cariñosa apología,
elaborada por mi admirada sobrina, con unas expresiones colmadas de sin par
seducción que, de veras, me han conmovido hasta lo más íntimo y profundo
del al