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sábado, 23 de noviembre de 2024 11:28h.

Mercaderes de la información

oscar mendoza
“Se acepta el chantaje porque no queda otra, es decir, el sistema corrupto le rompe las alas a aquellos bisturís con tinta que miran por la decencia y el compromiso democrático de velar por la verdad. La rebelión de unos cuantos son daños colaterales del tal maniobra e, incluso, se les puede ningunear mediante una campaña de desprestigio orientada a que no molesten ni hagan pensar a gente que está ahí solamente para trabajar y consumir porque, no se engañen, ésa es su visión”.

Creo que fue Malcom X quien dijo que no debemos creer mucho en los medios de comunicación porque nos harán alabar al opresor y odiar al oprimido. Parece un exabrupto articulado bajo la presión de una desilusión o de una derrota y quizás lo sea, pero no deja de tener el suave perfume de la verdad que se esconde bajo un frase tan lapidaria. 

Hace años que el capitalismo más salvaje entró de lleno en los medios a sabiendas de que su control era básico y estratégico a la hora de influir de forma convincente en la opinión de los demás, esto es, que la opinión publicada sea la referencia casi única de una opinión pública que devora a toda velocidad lo que le vierten.

Y lo hace sin analizar, sin pensar, sin comparar, sin establecer una opinión plausible porque es más fácil la digestión rápida de una prensa basura que es el plato principal para el españolito de a pie. Se piensa que si la mayoría toma una dirección ésta es siempre la correcta. Y no siempre lo es. Ya lo decía Machado, qué difícil es no caer cuando todo el mundo cae.

No hace falta ser muy listo para darse cuenta del enorme poder que tienen los encargados de informarnos pero quizás si hay que serlo para darse cuenta de cómo una noticia es estirada y a veces retorcida para intentar atenuar el mensaje o dar un sentido contrario a aquello que es manifiesto y veraz. ¿No me creen? Tengo una prueba empírica e irrefutable, si me permiten la anécdota.

Hace años, ejerciendo mi labor docente en una clase de lengua española, les pedí a mis alumnos que leyesen la misma noticia en diferentes periódicos e intentaran explicar cuáles eran las diferencias entre ellos. Les pedí que aplicaran el célebre consejo de Marco Aurelio de preguntarse qué es cada cosa en su esencia y a quién beneficia. Para lo primero hicieron un buen ejercicio de reflexión, para lo segundo sólo tuvieron que mirar quiénes eran los dueños de esos medios.

Resulta muy desmoralizador el estado actual de las cosas al respecto. El sistema compra voluntades periodísticas por afinad ideológica, sobornos muy bien escondidos o, simplemente, amenazando con despedir a aquél que no le baile el agua al dueño del medio. Y ya se sabe que la gente tiene que comer.

Se acepta el chantaje porque no queda otra, es decir, el sistema corrupto le rompe las alas a aquellos bisturís con tinta que miran por la decencia y el compromiso democrático de velar por la verdad. La rebelión de unos cuantos son daños colaterales del tal maniobra e, incluso, se les puede ningunear mediante una campaña de desprestigio orientada a que no molesten ni hagan pensar a gente que está ahí solamente para trabajar y consumir porque, no se engañen, ésa es su visión.

Hay, por supuesto, gente que se juega el tipo con noticias o investigaciones sobre cualquier tropelía de las muchas que suelen cometer los poderosos. Se lanzan al vacío sin paracaídas e intentan que aflore la verdad por el bien común aunque esto les acarree dolor de cabeza en el mejor de los casos o el puesto de trabajo en el peor de ellos. Gente honesta, garantes del llamado cuarto poder, ejerciendo una labor primordial para impedir abusos e injusticias, “juntadores de letras” que, en suma, no siguen el cínico pretexto de que cuando la noticia pasó a ser un negocio la verdad dejó de tener importancia.

El hecho mismo de que yo escriba lo que están leyendo demuestra que este humilde periódico no claudica al miedo y que todavía hay libertad para decir lo que se siente o se piensa.

Noam Chomsky estableció hace ya mucho las diez estrategias de manipulación mediática. Ese texto debería ser estructurado como obligatorio en el currículum de secundaria para que nuestros estudiantes aprendieran a crearse un criterio propio y a tener cuidado con lo que se les suele transmitir en los medios. El hecho de que no lo sea, es más, que esté escondido en algún lugar de internet es la prueba más evidente de que el norteamericano tenía razón.

La mentira interesada para pasar el mensaje único se repite como un mantra un día sí y otro también. Son hijos legítimos de Goebbels.