Día del Trabajador y casi nada que celebrar
El 1 de mayo se celebra -por todo lo alto y con festivo incluido- el Día Internacional del Trabajador en un contexto en el que, al menos en nuestro país, el trabajo es uno de los principales problemas según los españoles: para unos porque no lo tienen y para otros porque teniéndolo, a veces, deben tragar con ruedas de molino para mantenerlo.
A pocas horas de haber conocido los resultados de la Encuesta de Población Activa me pregunto qué diablos tenemos que celebrar.
Según los primeros análisis triunfalistas de la EPA nuestro país va bien, saliendo poco a poco de la crisis económica pero, si se profundiza en los datos, solo observamos efímeros espejismos ya que si el desempleo desciende es, básicamente, por el descenso de la población activa: unos se han jubilado esperando una oportunidad en el mercado laboral, otros han regresado a sus países de origen o han migrado a destinos con un mercado laboral emergente y muchos, simplemente, se han aburrido de buscar un trabajo que no se deja encontrar.
Además, el escenario laboral sigue perdiendo puestos de trabajo y muchísimas empresas continúan echando el cierre.
Quizás la mejor encuesta que podría hacerse es la que relaciona las empresas que cancelan su actividad con las nuevas que comienzan... Los letreros de "Liquidación por cierre" y "Se alquila" todavía son demasiados.
Otro dato escalofriante es el de las familias con todos sus miembros en paro, ¡han aumentado a casi dos millones!
Señores, señoras, ¡que 1.978.500 familias tienen a todos sus miembros sin trabajo, sin sueldo!
Esto significa algo así como estar al borde del abismo, como permanecer en tierra de nadie con un mal sabor a presente porque, aunque se reciba alguna prestación por desempleo o pensión, a casi nadie se le escapa que estas mensualidades tienen tiempo de caducidad... y puede ser terrible este tipo de "cuentas hacia atrás", restando meses, restando compras en el supermercado, restando plazos para quedarse sin techo...
¿Qué pueden celebrar todas estas familias el 1 de mayo? Pues eso...
Más de lo mismo sucede con todos esos desempleados de larga duración, personas que disfrutaban de cierta tranquilidad económica hace dos o tres años y que ahora, sin nada, han aprendido a vivir rebuscando y pidiendo. Para muchos de estos hombres y mujeres ir a Cáritas a por "la bolsita" se ha convertido en una tabla de salvación con la que malvivir (¡y gracias!) mes tras mes.
Y que nadie se engañe, cada vez son menos los inmigrantes que recurren a pedir ayuda a las ONG y más las mujeres, de edad media, madres de familia, nacidas en nuestros barrios y ciudades y pertenecientes a esa clase media que ya no tiene medios.
¿Piensa alguien que estos y estas saldrán el 1 de mayo a celebrar qué y con quién...?
¿Y los que están trabajando? No no me olvido de ellos ni de ellas.
Son muchos y muchas los que están aguantando carretas y carretones en sus puestos laborales: exceso de trabajo, horas maratonianas sin extras, coacciones, retenciones e incluso algunos ni cobran en tiempo y forman, ¡pero lo soportan y casi ni se quejan!
-"¡Con la que está cayendo, mejor no me quejo, que al menos yo tengo la suerte de ir a trabajar todos los días!", -me decían hace unos días y más de uno seguro que también lo ha escuchado en alguna ocasión.
Están las cosas como están, en una ira contenida dentro de una espera pronunciada, dejando que lata el pulso de la calle que sueña con "un empleo de calidad" mientras, ¡ironías del destino! saborea un yogur al que le han quitado la fecha de caducidad.
No, también yo poco tengo que celebrar...