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viernes, 15 de noviembre de 2024 00:00h.

Noviembre, mes de vino

Noviembre, mes de añoranza, recuerdos y de vinos...En eso pensaba, recreando mis anhelos, mientras laguneaba, ya casi anocheciendo, sobre adoquines testigos del paso del tiempo.

Al fondo se erigía señorial y segura la Torre de La Concepción,. Deambulaba sin rumbo fijo, impregnándome de la magia del lugar, con destino a ninguna parte pero con la melodía de esta canción, insistente, tenaz, sublime y  hasta arrogante en mi cerebro:

 "¡Cuántas veces mi guitarra se perdió por La Laguna, serenateando a su luna!
¡Cuántas veces la alborada sorprendió nuestro camino ebrios de amor y de vino!
¡Cuántas perritas de vino!..."

¡Cuántas veces...! Me dije, deteniéndome ante aquella tasca. Un letrero precedía la entrada. "Noviembre mes del vino"

¿Desde cuándo está el vino en Canarias? Me pregunté y recordé a aquel profesor de historia que tanto cariño y admiración había sembrado en mi, sí, me refiero a Adrián Alemán. En una de sus clases, en el instituto, habló de la Historia de Canarias y de cómo los ingleses y otros extranjeros habían incidido en lo que es hoy nuestra cultura. 

En 1497, el portugués Fernando de Castro, plantó la primera cepa de vid en el suelo de Tenerife, atraído por la fertilidad de su suelo volcánico, dando inicio con este gesto a lo que se convertiría en toda una cultura vitivinícola.

En el siglo XVI los vinos de Tenerife se exportarían a toda Europa desde el norte de la isla, concretamente desde el muelle de Garachico, que quedaría destruído en el siglo XVIII por la erupción volcánica del Teide.
Diversos factores, entre ellos la aparición del vino de Oporto y el de Madeira, unido a la desaparición del muelle, provocaron la ralentización en la exportación de vino tinerfeño.

Pasado los años y algunos siglos, el sector experimentaría un auge con la puesta en marcha de la primera Denominación de Origen a los vinos de Tacoronte-Acentejo, en 1985.

Tras algunos años cada comarca reclamaría lo propio y ya en el año 1996 eran 5 las denominaciones de Origen en la isla: Tacoronte-Acentejo, Ycoden Daute Isora, Valle de la Orotava, Valle de Guimar y Abona.

El vino, ese tesoro líquido que forma parte de la historia del mundo, que compaña a la humanidad desde hace más de siete mil años, testigo de la evolución de las sociedades y culturas, remedio infalible para determinadas curas, pócima secreta en conjuros...

Demasiados pensamientos ocupando mi paseo. Me senté en una de aquellas mesas. Desde ella veía perfectamente el paso de los caminantes, ajenos a mi presencia, embebidos en sus propios pensamientos unos, otros dibujando con la palabra conversaciones repletas de amor y de sueños.
Pedí un vino, en copa, tinto. 
-¡De La Laguna, si puede ser!, concreté

Mi deseo se convirtió en una dulce realidad. El aroma del brebaje tinto invadía mi olfato, introduciéndose hasta llegar a los más nobles recuerdos de mi niñez...

Mi abuelo, con su sombrero gris en la mano,  cerraba la puerta azul de madera, dejando tras de sí las cuatro barricas. Tú no entres, -me ordenaba- qué se me pica el vino...

Nunca entendí lo que me quería decir pero le obedecía. Llegué a pensar que en la oscuridad de su austera bodega, de mi cuerpo saldrían alfileres o clavos que traspasarían la madera de los toneles, picando el vino...Ante la posibilidad de experimentar tal "magia o hechizo" siempre optaba por quedarme fuera.

Volví a mi calle y a mi presente. El crepúsculo ya dominaba la vía. Los sonidos de la mañana habían dado lugar a los propios de la noche. Bebí un sorbo de aquella provocativa copa y recordé aquellos brindis con mi padre, en vaso pequeñito, chocando el vidrio por cualquier cosa e incluso, a veces, por nada, pero brindábamos con aquel vino de mi abuelo, de La Laguna...tan parecido al que estaba  degustando décadas después, con el mundo cambiado, en una calle Lagunera, testigo de mi paso por la vida...

Y volvió el sainete de la misma canción:

"¡Cuántas veces mi guitarra se perdió por La Laguna, serenateando a su luna!
¡Cuántas veces la alborada sorprendió nuestro camino ebrios de amor y de vino!
¡Cuántas perritas de vino!..."