El daño premeditado
No soy fan de los noticieros, ni de nada relacionado con las historias que no sean bonitas. Pero obviamente, la información más relevante de los diferentes países llega, a través de familiares, amigos, compañeros, internet, hay sucesos que es inevitable no saber de ellos porque tienen una polémica asegurada.
Estos días no he dejado pasar la controversia que ha suscitado el caso del asesinato de Edwin Arrieta a manos de Daniel Sancho. Me preocupa en exceso el corazón tan poco latente y la mente tan perversa de este tipo de personas.
Parto de la base de que siempre he considerado que nada, absolutamente nada justifica el quitarle la vida a otra persona, solo se tiene permiso para quitarte la tuya propia.
No sé hasta qué punto los alegatos de este chico son certeros o no, tampoco creo que haya que tomarse la justicia por su mano. Si estaba tan amenazado y pasándolo tan mal, ¿por qué no lo denuncio? y no me refiero ante las autoridades españolas, que quizás deja mucho que desear en cuanto a justicia nos referimos, pero sí a la justicia Tailandesa, por ejemplo. Lo que sí es cierto es que hay que tener las agallas lo suficientemente enfermizas para ser capaz de realizar semejante atrocidad, encima de la manera tan disfrutona con la que lo hizo.
Ni corto ni perezoso a sabiendas que los trozos esparcidos se encontrarán si o si, ya que la isla donde los esparció cuenta con ciento y pocos kilómetros, que es turística, que no se puede considerar alta mar la costa de cualquier isla Tailandesa cuando a pocos kilómetros te encuentras con otra, otra y otra. Frecuentadas por barcos continuamente. Factores muy a tener en cuenta para valorar que esto fue un suicidio hacia el mismo en toda regla desde el momento uno.
Pero en fin, esto es lo más superfluo de esta historia, para mí el plato fuerte es que este chico tiene 29 años. Sus padres, ambos jóvenes , madre de 44 años y padre de 48.
No me puedo ni imaginar por un segundo el dolor tan grande que pueden sentir esos padres hacia esta situación. Una por enterarse de la barbarie tan grande que ha cometido su hijo y por otra parte el dolor de saber que su hijo está condenado a una posible pena de muerte. Ojo, de un delito que él mismo confesó, que aquí no estoy yo para juzgar a nadie.
Este es el punto de toda esta vorágine que me puede, ¿cómo se puede ser tan egoísta? ¿como? Los padres nos pegamos una vida criando, educando, enseñando, amando de forma incondicional a nuestros hijos. Por favor no hay un segundo, solo uno en la vida de los hijos de esta calaña en los que no sean tan míseros para plantearse cómo les afectaría a sus padres una decisión así, tan drástica e hiriente.
Padres de hijos maltratadores, violadores, delincuentes, drogadictos, mafiosos o asesinos.
Como madre empatizar con estos padres es sumamente desolador, considero que nadie debería de pasar por un trago tan amargo, ya es duro perder a un hijo en otras condiciones, pero esto, esto es demasiado duro para asumirlo, conocer un lado tan oscuro de tu descendencia y luego la veracidad de que perderlo es algo inminente.
El tendrá sus razones para cometer el crimen que ha realizado pero es que hay más, hay mucho más detrás de cada acción. No todo vale, no todo es permisible. A la hora de tomar decisiones sean del índole que sean, hay que enfocar bien para no dejarnos ningún cabo suelto, porque este chico no pensó ni un segundo en lo que tiene detrás, a las personas que le dieron una vida.
Siempre he pensado que el regalo más valioso que tengo me lo dieron mis padres, fue VIDA, esa no te la da nadie más, así que, no tengas la poca vergüenza y seas tan desagradecido para desperdiciar un regalo así, por favor.
Todo acto tiene su consecuencia, así que a valorar antes de actuar, porque en estas ocasiones se genera un daño premeditado.