Opinión
A burro muerto, la cebada al rabo
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Tendendes somos, aunque queramos negar la evidencia, que cuando la “señora de la guadaña” nos invita a acompañarla, los que aún pueden libres del convite, se enfundan los selectos trajes de la hipocresía y profieren mil y un halagos al infortunado convidado.