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lunes, 16 de diciembre de 2024 19:20h.

Más de 1.200 parados abarrotan el estadio del Langreo para optar a 34 plazas de peón

El Ayuntamiento desestimó la opción del polideportivo Juan Carlos Beiro ante el gran volumen de personas inscritas.

1.200 parados abarrotan el estadio del Langreo para optar a 34 plazas de peón
1.200 parados abarrotan el estadio del Langreo para optar a 34 plazas de peón

Langreo, Miguel Á. GUTIÉRREZ.- No era día de partido, pero pocas veces la tribuna principal del estadio Ganzábal -feudo del Unión Popular de Langreo- estuvo tan poblada como en la mañana de ayer. Unas 1.200 personas desempleadas (había 1.681 inscritos) abarrotaron la grada del campo de fútbol para participar en la prueba de selección de las 34 plazas de peón convocadas en el plan de empleo local de Langreo. Los participantes empezaron a acceder al estadio poco antes del mediodía y transcurrieron dos horas hasta que todos ellos estuvieron acomodados y pudo arrancar el examen. En un principio estaba previsto celebrar la prueba en el Palacio de los Deportes Juan Carlos Beiro (como hizo el Ayuntamiento de San Martín hace dos semanas), pero finalmente se optó por la grada del estadio Ganzábal ante el elevado volumen de inscritos.


Cientos de personas ya aguardaban a las puertas del polideportivo (anexo al campo de fútbol) desde bastante antes del inicio del examen. Una de ellas era Rosa María Rodero, vecina de Ciaño y madre de tres hijos. «Llevo al paro cuatro años. Estuve hace tiempo en planes de empleo del Ayuntamiento, pero ahora lo veo muy difícil; incluso llegas a pensar que las plazas están dadas, pero habrá que ver. Mi marido también se ha apuntado a esta prueba», indicó Rodero, para añadir: «Me da vergüenza ajena ver todo esto y la cantidad de gente que hay para 34 puestos. Tendría que haber más plazas».


Faltaban pocos minutos para que se cumplieran las doce del mediodía cuando se abrieron las puertas del estadio. Los participantes en la prueba fueron dirigidos hacia la tribuna principal. Allí, una veintena de trabajadores municipales los iban acompañando a sus asientos, después de ser llamados por la megafonía por orden alfabético. Solamente esta parte del proceso se prolongó por espacio de hora y media. Poco antes de las dos se repartieron las carpetas con el examen, que constaba de dos partes: una en la que había que identificar las faltas ortográficas de un texto y otra en la que había que resolver varias operaciones matemáticas con decimales. La prueba se inició poco antes de las dos. La única incidencia se vivió cuando se anunció por megafonía que los participantes debían esperar a que se consumieran los 30 minutos del examen aunque hubieran acabado. En ese momento, varias personas inscritas decidieron abandonar la prueba.


«En mi opinión ha estado bastante bien organizado, aunque había gente que se quejaba de que no es necesaria la ortografía o hacer cuentas para el puesto de peón», indicó Verónica Díaz Conde, vecina de Riaño y madre de dos niños, de cinco y nueve años. «He trabajado en varios sitios, pero siempre sin asegurar, picando en un lado y en otro», expuso esta langreana, para añadir a continuación: «Hay mucha gente, así que habrá que probar suerte. Si toca, tocó. Mi marido también está al paro desde hace casi tres años y se presentó a la prueba de oficial albañil. Espero que al menos entre uno de los dos, pero está difícil».


Responsables del Gobierno local mostraron su satisfacción con el desarrollo de la prueba: «Todo puede mejorarse para la verdad es que llevábamos tiempo trabajando en buscar la mejor fórmula. De una forma u otra hay que pasar lista, es un proceso ineludible ha tenido su duración, una hora y media. A pesar de todo, en términos globales, ha salido bien».


Uno de los participantes, José Couto, vecino de Lada de 57 años tenía su propia propuesta: «Creo que había sido mejor dividir a la gente y hacerlo en dos sitios o en días distintos». Couto, padre de dos hijos e inscrito en la prueba de peón, ya participó días atrás en los exámenes de otros ayuntamientos: «Estoy en el paro desde 2009. Mi último trabajo fue reforestando árboles en el parque de Los Pericones, en Gijón, y estuve de peón agrario en plantaciones de kiwi, pero todo con contratos temporales». «Veo difícil poder entrar», indicó.