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viernes, 15 de noviembre de 2024 00:00h.

Sara Montiel, ocaso y ruina de una diva

Su estado físico se ha ido debilitando progresivamente y a la pérdida de visión se han sumado en los últimos meses problemas de movilidad. “Sara ha cogido mucho peso, lo que le ha reducido su capacidad de movimiento

Gema López - A sus 84 años, Sara Montiel, Saritísima, la estrella más famosa de la cinematografía hispana, el primer mito patrio que pisó Hollywood, encandilando al mismísimo Gary Cooper, vive recluida en su casa del barrio de Salamanca, haciendo recuento de lo que fue su vida. Su estado físico se ha ido debilitando progresivamente y a la pérdida de visión se han sumado en los últimos meses problemas de movilidad. “Sara ha cogido mucho peso, lo que le ha reducido su capacidad de movimiento, no se cuida nada. Su visión, debido a los problemas de córnea, es prácticamente nula, no puede salir a la calle si no es acompañada. En estas circunstancias es lógico que cada vez se deje ver menos”, cuenta una amiga de la manchega a Vanitatis.

La Montiel se pasa el día prácticamente sola, recibiendo la visita de algunas amigas con las que conversa y de un amigo especial, la única persona capaz de devolverle la ilusión y sacarla de su casa. No se deja ver en ningún acto, nada que ver con años atrás, en los Saritísima era la guinda de todas las fiestas. De hecho, la semana pasada se esperaba su presencia en un acto solidario pero finalmente no acudió.
Sacó fuerzas para viajar hace unos meses a Nueva York, donde rememoró su corta y exitosa carrera en Hollywood hace cincuenta años. El Cervantes le rindió homenaje con un pequeño concierto y con un ciclo de cine titulado Una noche con Sara. 55 años de El último cuplé, la película que la consagró como actriz. Tal y como ha podido saber este portal, durante su periplo americano, la manchega necesitó la ayuda de una amiga de confianza para desplazarse e incluso para asearse.
Dicen los que la conocen bien desde hace años, que Sara está haciendo repaso de su vida, de sus decisiones, de sus aciertos y errores y quizá pese sobre ella la culpa de haber antepuesto en ocasiones el amor y la locura a la responsabilidad maternal.
La ruina de la Montiel


Desde que en febrero del año 2010 Sara interpusiese en el juzgado de instrucción número 5 de Madrid una querella criminal contra Francisco Fernández, por un presunto delito de estafa, su vida no ha vuelto a ser la misma. Sara se sentía traicionada no solo económicamente, sino personalmente, por quien durante muchos años había sido su hombre de confianza, al que la manchega había conocido siendo un muchacho tiempo atrás y que había manejado sus cuentas y contratos durante las últimas dos décadas. Paquito, como ella le llamaba, manejaba la herencia de su exmarido, sus propiedades y sociedades y, lo más importante, una cuenta en Suiza en la que la manchega habría depositado mucho dinero desde que quedó viuda en agosto de 1992.
Sara comenzó a notar que los cobros por sus últimas actuaciones no llegaban a sus cuentas, comenzó a indagar y a desconfiar, revocó todos los poderes que le había dado y puso el asunto en manos de la justicia. Pero cuando jugó sus cartas en el asunto ya era demasiado tarde. Como ella misma contaba: “Paco me ha desplumado, se lo ha llevado todo, aunque no estoy arruinada, porque no llegó a tocar mis casas”.


“Fue uno de los peores momentos de su vida, aunque Pepe Tous le dejó una carta en la que le pedía encarecidamente que no le diese poderes a Paco, ella no le hizo caso. Sara jamás ha movido un papel, por no tener no tiene ni tarjeta de crédito, nunca va al banco, todo lo hacía Paco”. “Lleva toda la vida trabajando y mira ahora cómo se ve, no es justo”, nos cuenta indignada una amiga al otro lado del teléfono.
La Montiel cifraba la supuesta estafa en nueve millones de euros, pero la cantidad denunciada en el juzgado fue distinta: 185.000 euros de una gira de conciertos de Sara en Castilla la Mancha y 150.000 de una póliza de crédito solicitada en 2007. El administrador contraatacó interponiendo una querella por injurias y calumnias. El próximo mes de febrero la diva y su exhombre de confianza se verán de nuevo las caras en los juzgados.


La delicada situación económica llevó a Sara a tomar una de las decisiones más difíciles de su vida: poner a la venta el que había sido su hogar y el de sus hijos durante muchos años. Una propiedad de 250 metros cuadrados, ubicada en el barrio de Salamanca, con cuatro dormitorios y una terraza de 150 metros y por la que solicitaba 3.100.000 euros. Según ha confirmado su hijo Zeus a este portal, a día de hoy la casa sigue en venta a pesar de ser la residencia habitual de los tres.
El amor de la manchega
Después de su escalabro amoroso y mediático con el cubano Tony Hernández, una relación llena de sinsabores y por la que la manchega perdió toda la credibilidad ante su público, Sara volvió a los brazos de su antiguo amor, Giancarlo Viola. Pero las peticiones de matrimonio del italiano no lograron convencer a una incombustible Sara, que después de varios viajes de ida y vuelta rompía definitivamente con él.
Ahora Sara se encuentra feliz al lado de José Ramón Román, un profesor de canto del conservatorio de Elche, diez años más joven que ella y la única persona capaz de sacarla de su retiro casi obligado en su casa, para pasar juntos unos días en Alicante. “Sus únicas salidas son para disfrutar junto a José, a veces se cogen el coche y se escapan como dos quinceañeros a un lugar recóndito para disfrutar el uno del otro”, confiesa alguien de su entorno.


Y es que la manchega es capaz a estas alturas de la vida de renunciar a casi todo, menos a dos de sus placeres: la buena comida y la buena compañía masculina. Ella, que pasó por los brazos de León Felipe, Miguel de Mihura y hasta de Severo Ochoa; ella que aprendió a fumar habanos de la mano de Ernest Hemingway, vive en la última etapa de su vida, un amor sereno, alejado de focos y portadas, un amor capaz de sacar a Sara del encierro en el que se ha convertido su vida.