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lunes, 16 de diciembre de 2024 09:30h.

El adiós al Fielato, cuatro décadas de lacón con pimientos, champiñones, vino casero y caipiriñas

La historia termina (de momento) pero el Fielato permanecerá inalterable. Ni traspaso ni alquiler, “esto va a quedar así, para hacer los bautizos de las nietas y para colgar yo mis cosas”. Así que ya saben, si pasan por el 13 de la estrecha calle Sarria en el barrio Mascarón de Ponferrada toquen la puerta, quizá haya alguien dentro.
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Sara Martínez Rodríguez.-  “Me pilláis encendiendo la lumbre, voy a llamar a la jefa”, suelta Gelo abriéndonos la puerta. Hoy, 28 de diciembre, es el último día y no, no es una broma. “La fecha la fija el edificio de Pizarra de ahí abajo”, dice. La Seguridad Social manda. Las botas de vino, la artesanía de forja, las pinturas del muralista berciano ‘Machaca’, el embutido colgando, las fotos antiguas (o no tanto) y algún que otro recorte de prensa, todo forma parte de la identidad del Fielato. Llegamos un poco antes de la hora de las comidas, a charlar, a echar el último vistazo, a despedir un trocito de la historia del Bierzo, porque aquí, tan pequeño, tan auténtico, tan despojado de pompa y boato, se han reunido familias, se han negociado políticas, se han forjado amistades, y se han agotado cientos de madrugadas al calor de las brasas y el vino con una canción en los labios.

Mary con su primer hijo y los padres de Gelo

Natural de Villanueva de Valdueza, Ángel Valcarce Rodríguez estuvo a punto de mudarse a Noruega al terminar la mili. Con un contrato en firme y un adelanto en metálico que tuvo que devolver, sus padres lo convencieron para que probara suerte en su tierra. “Mi padre era carpintero y me montó esto, le dije a la empresa que iba a intentarlo aquí seis meses y hasta hoy”. En el puente del Pilar de 1975, con el local montado y su madre en la cocina, Gelo se puso al frente de un negocio que resultó un éxito desde el principio. 

“Se notó mucho el cierre de la minería. Aquí el día de Santa Bárbara no entrabas, bajaban los mineros de Bembibre y eran tres días de fiesta continua”

“Solo verte escribir el papel ya me caes bien”, declara. Y es que Gelo tolera muchas cosas, pero el móvil no es una de ellas. “Yo no tengo, ni cobro con tarjeta, y no me hables de internet porque no sé ni enchufarlo y aún no me he muerto”. Pero la cosa no queda ahí, “si veo a una familia y los niños están con el móvil les llamo la atención, ahora, si me piden cuadernos y lápiz para dibujar les invito al postre, y a los padres a las caipiriñas. Lo peor es cuando ves a una pareja cada uno con su teléfono, igual uno se ríe y el otro no, ¿qué es eso?”. El Fielato es su casa y en su casa, cada uno pone sus normas.

Y, ¿cómo decidieron el menú? “En Gijón yo había conocido un par de sitios que me encantaban, en uno ponían paletilla cocida y en otro, champiñones a la plancha. Me acordé de eso y así empezamos. El día que abrimos, un primo le dijo a mi madre que el lacón estaba muy bueno pero que le faltaba algo, que si tenía un bote de pimientos por ahí para darle un poco de color”. Dicho y hecho. La idea del primo resultó un triunfo. “De aquella nadie ponía el lacón con pimientos, aquí salían tres o cuatro lacones diarios”. Los productos de su huerta, el embutido y el vino casero completaban la oferta. Y en el 86 llegó Mary y con ella cambió la vida de Gelo y la carta del Fielato. Nuevos aires llegados directamente desde Brasil, porque Mary Seoane Prada, de padres procedentes de Otero, nació en el país latinoamericano. Así, los parroquianos comenzaron a degustar ensaladas (“con remolacha, que aquí no se llevaba”), crema de marisco con leche de coco, berros, y especialmente la caipiriña, convertida ya en sello de la casa.

Gelo y Mary tras la barra de El Fielato

Más de cuatro décadas en las que han visto crecer a sus tres hijos y han sorteado varias crisis. “Se notó mucho el cierre de la minería. Aquí el día de Santa Bárbara no entrabas, bajaban los mineros de Bembibre y eran tres días de fiesta continua”. ¿El mejor recuerdo? “Los tres chavales y conocer a Mary”. La historia termina (de momento) pero el Fielato permanecerá inalterable. Ni traspaso ni alquiler, “esto va a quedar así, para hacer los bautizos de las nietas y para colgar yo mis cosas”. Así que ya saben, si pasan por el 13 de la estrecha calle Sarria en el barrio Mascarón de Ponferrada toquen la puerta, quizá haya alguien dentro.

Gelo y Mary con sus tres hijos en una de las fotos que cuelgan de las paredes de El Fielato

Hace unos años, en El Fielato acababan las nocheviejas con sopas de ajo

El Fielato

El padre de Gelo con su nieto en El Fielato

 

El Fielato

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Fuente Original: https://meprestaelbierzo.com/al-rebusco/el-adios-al-fielato-cuatro-decadas-de-lacon-con-pimientos-champinones-vino-casero-y-caipirinas/