Ángeles Alvariño: "Más que el nombre de un Buque"
Tristemente, estos últimos días, hemos oído mucho el nombre de Ángeles Alvariño y a todos nos viene a la cabeza la imagen del barco que trabaja incansablemente en las aguas de Tenerife. Muy pocos reparamos en que detrás de este nombre se esconde una historia de lucha y superación protagonizada por una mujer de origen gallego y que, como muchas de su época, tuvo que luchar muy fuerte y contra "los elementos" para alcanzar "la playa" de sus metas.
María de los Ángeles Alvariño González, nació un 3 de octubre de un lejano ya 1916 en Serrantes, un pequeño pueblo costero de Galicia. Fue la hija primogénita de Antonio Alvariño Grimaldos, médico del lugar y de la pianista María del Carmen González Díaz-Saavedra. Desde muy joven se interesó por la lectura y la música y a los tres años ya sabía leer y aprendió solfeo y piano.
Realizó sus primeros estudios en Ferrol y el bachillerato en el instituto Concepción Arenal en la misma ciudad. Cursó el Bachillerato Universitario en Ciencias y Letras en la Universidad de Santiago de Compostela que finalizó en 1933 con los trabajos finales: Insectos Sociales y Las mujeres en el Quijote. En 1934 se trasladó a Madrid para estudiar la carrera de Ciencias Naturales en la Universidad de Madrid. Se alojó en la Residencia de Señoritas dirigida por María de Maeztu.
En 1936, al estallar la Guerra Civil Española, interrumpió sus estudios y regresó a Ferrol y se dedicó a estudiar idiomas (francés, alemán e inglés) y se interesó por el estudio del litoral gallego, como la playa de Doniños.
Tras finalizar la guerra y reabrirse las universidades volvió a Madrid donde concluyó sus estudios de Ciencias Naturales en la Universidad Complutense de Madrid.
Impartió clases como profesora de biología, zoología, botánica y geología en colegios universitarios de Ferrol.
Tras doctorarse en 1951, varios años de investigaciones en Europa, colaboraciones con el Consejo Británico y una beca Fulbright se trasladó a Estados Unidos donde realizó la mayoría de sus investigaciones en el Instituto Oceanográfico Scripps. Allí la siguió su marido, afincándose en este país al conseguir ella la nacionalidad norteamericana. Tras su jubilación en 1987 continuó su investigación como científica emérita hasta 1993.
Trayectoria
En 1948 destinaron a su marido a Madrid y allí se incorporó como becaria al Instituto Español de Oceanografía (IEO). En el IEO comenzó investigando el porqué de las incrustaciones marinas en los barcos y después se centró en el estudio del zooplacton. Posteriormente fue nominada alumna oficial y obtuvo en 1951 el Doctorado en Psicología Experimental, Química Analítica y Ecología Vegetal por la Universidad de Madrid. 4
En 1952 logró por oposición una plaza de bióloga oceanógrafa en el laboratorio de Vigo del Instituto Español de Oceanografía (IEO). Se mudó a esta ciudad gallega donde continuó estudiando el plancton, como ayudante de laboratorio.
Entre 1953 y 1954 viajó a Inglaterra con una beca del Consejo Británico para investigar el zooplancton en el Laboratorio de Plymouth bajo la dirección de Frederick S. Russell y Peter C. Corbim. Se especializó en el estudio de quetognatos, sifonóforos, medusas y ctenóforos.
Durante ese tiempo, participó en campañas oceanográficas a bordo de buques como el Sarsia y participó en varias expediciones y cruceros científicos en el Atlántico y Pacífico a bordo de buques oceanográficos de Inglaterra, Estados Unidos, España y México.4Con esto, Ángeles Alvariño se convirtió en la primera mujer a bordo de un barco de investigación británico en calidad de científica.
En 1955 regresó a su laboratorio en Vigo, para seguir estudiando el plancton. Avanzó en el diseño de redes para filtrar el plancton en las expediciones marinas y de la flota pesquera. Continuó sus estudios sobre zooplancton en el litoral peninsular Atlántico, Mediterráneo y el de Terranova, como con el estudio del bacalao. Este trabajo se vio reflejado en sus primeras publicaciones en los boletines del IEO entre 1951 y 1957.
Un año más tarde consiguió una Beca Fulbright para investigar en el Institución Oceanográfica de Woods Hole en Massachusetts. En este centro conoció a Mary Sears, presidenta del primer congreso oceanográfico de los Estados Unidos y experta en zooplancton que, impresionada con su obra, la apoyó para trabajar en el Instituto Scripps de Oceanografía en La Jolla, California Sears contactó con su director, Roger Revelle, para recomendarle a Ángeles Alvariño.
Desde ese momento en 1958, Alvariño ejerció casi siempre sus investigaciones en los Estados Unidos, siendo allí una investigadora de referencia. Estuvo allí hasta el año 1969 donde investigó sobre plancton, corrientes y dinámica oceánica, consiguiendo múltiples líneas de financiación de los departamentos federales del naval o de pesca de los Estados Unidos.
En 1967 se doctoró en Biología por la Universidad de Madrid. En enero de 1970 obtuvo el cargo de Bióloga Investigadora en el Centro Científico de las Pesquerías del Sudoeste, una división del entonces recién creado Servicio Nacional de Pesca Marítima de Estados Unidos donde trabajó hasta su jubilación en 1987. En 1977 denunció que sufría discriminación de género en el centro del National Fisheries Service en el que trabajaba, siendo una pionera en la defensa de los derechos laborales de las mujeres.
A lo largo de su carrera Alvariño descubrió veintidós nuevas especies marinas y revisó la morfología en varias fases de desarrollo o de ciclo sexual y de otras de zooplancton, empleando ilustraciones y notas. Se dedicó a especies de medusas, sifonóforos, quetognatos e hidromedusas. Está reconocida como una autoridad mundial en determinados tipos de zooplancton, el conjunto de diminutos organismos animales que sirve de alimento a especies más grandes en el océano.
Su legado incluye más de un centenar de publicaciones científicas, entre libros y artículos en revistas, las 22 especies de animales marinos que descubrió durante su carrera y su contribución duradera a la investigacón de pequeñas formas de vida en los océanos del mundo.
Al fallecer en La Jolla (San Diego) el 29 de mayo de 2005, dejó terminado un manuscrito sobre las aves y otros animales marinos encontrados en la expedición Malaspina y que fueron estudiados por ella. Se trata de un proyecto que sería terminado y traducido por su hija Ángeles Leira Alvariño.