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viernes, 15 de noviembre de 2024 12:33h.

Luisa Gamez: “Mi madre era la maestra del pueblo”

"Seguro que todavía la gente mayor del pueblo te pregunta “¿Y tú de quién eres?”. Es un modo de definirte, de colocarte en el paisaje en función de tus raíces, de tu familia. A mis años, aún me tengo que presentar como la hija de Maruca.

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Los Telares es hoy día una empresa dedicada a su Parque Etnográfico, venta de artículos de artesanía y alquiler de apartamentos y casas rurales. Esta emblemática empresa del norte de la isla la fundó en los años 70 Maruca Gámez, y actualmente la lleva su única hija y su familia. En esta ocasión conversamos con Luisa, la hija de Maruca, para conocer un poco mejor su historia.

“Los Telares fue un antes y un después en nuestra familia. Mi madre era maestra, la maestra de toda la vida de un pueblo pequeño. Por entonces, mi mundo era el Colegio, como estudiante e hija. Pero cuando tenía 15 años todo cambió. Mi madre descubrió su vocación como empresaria y ya a partir de entonces se comía, se dormía y se amanecía con la empresa, con todo lo que suponía entonces montar una empresa y emprender”.

“Definitivamente, abrir una empresa era difícil en esa época. Entonces, durante los años 70, no era como ahora. Imagínate la revolución que suponía abrir una empresa moderna en Hermigua y ¡siendo mujer, ni más ni menos!”

“Desde entonces emprender nos contagió a todos, ¡hasta una de mis hijas ha montado eeverde.com, una escuela online de formación en Energías Renovables! Con eso ya se nota que somos unos apasionados de la sostenibilidad. Yo en 1993 abrí uno de los primeros herbolarios de Santa Cruz. Lo dirigí durante 10 años hasta que lo traspasé porque mi madre me necesitaba”.

“Su legado a la artesanía de la isla fue y sigue siendo muy importante. Las primeras piezas elaboradas con platanera que se hicieron en la isla las elaboró mi madre ayudada por Lili Ascanio. Entonces en Andalucía había unas muñecas y unos burritos de soga. Y se inspiraron en eso para hacer algo aquí con producto local. Así empezaron a hacer las flores con la hoja de platanera. ¡Yo me acuerdo de reuniones de 20 mujeres en Vallehermoso! Mi madre compraba el material, y se sentaba allí a trabajar con ellas y probar diseños”.

“Era una época difícil para toda la isla, La Gomera estaba en crisis y Tenerife, Venezuela… eran donde las familias se trasladaban para mejorar su vida. La “chispa” que generó la idea del taller y la tienda fue una conversación con Tomás Cerdeña. Él le comentó a mi madre que iban a empezar a hacer excursiones de día por la isla. Un barco haría la ruta de ida y vuelta durante el mismo día, algo que no sucedía antes. Buscaban sitios donde llevar a los excursionistas para que pudieran comprar algo de la isla. Dicho y hecho. En un mes ya tenía montada la primera tienda”.

“El crecimiento a partir de entonces fue imparable. La Gomera fue un descubrimiento para los turistas. Cada vez venían más y más excursiones, era increíble. ¡Nuestra preocupación era conseguir suficiente artesanía para vender! Al poco apareció una agencia alemana preguntando por alojamientos para senderistas, y mi madre no tuvo que pensárselo mucho. Les pidió un año de plazo. Y al año ya tenía los primeros apartamentos”.

“A día de hoy gran parte de nuestro esfuerzo está en mejorar lo que ya tenemos, que son muchos años y renovarse es crucial”.

“Los Telares surgió de la artesanía, del territorio, y como función social: para que no se perdiera la artesanía, la cultura gomera. Hemos renovado el concepto de la tienda, la hemos vinculado al territorio y hemos creado así el Parque Etnográfico, que es el proyecto que tenemos ahora en marcha y que va creciendo y madurando poco a poco. Parece una idea muy alejada de ese taller de los años 70. Pero el Parque Etnográfico es la respuesta a una necesidad moderna. Hoy día la gente no entiende realmente lo que supone la artesanía. Si antes explicabas la pieza dentro de la tienda, ahora también pueden recorrer las terrazas de plataneras, ver las antigüedades de nuestra colección, el molino de gofio funcionando… Explicar así el modo de vida tradicional les devuelve valor, como cultura y como esfuerzo, a los ojos del visitante”.

“Nuestra relación con la Carta Europea de Turismo Sostenible comenzó, efectivamente, con la primera oleada de acreditaciones. A mí me llegó un correo explicando que La Gomera iba a tener la figura de Carta Europea de Turismo Sostenible. Cuando eso sucedió aún vivía en Tenerife. Como a mí la ecología y la sostenibilidad es algo que me parece imprescindible, me llamó mucho la atención. Luego acudí a la primera reunión y salí encantada”.

“La carta nos ha animado a hacer encuestas a nuestros clientes y tomarnos muy en serio lo que indican. Estamos muy orgullosos de que el cliente sea el que nos guíe, ¡nos encanta! A nosotros nos lo hace más fácil. En vez de romperte la cabeza pensando cómo mejorar, con hacerle caso a lo que te están diciendo tus clientes es suficiente. En ocasiones vamos más allá, buscamos darles más de lo que nos piden, pero siempre nos inspiran ellos con sus comentarios”.

“Como persona, también he cambiado gracias a la Carta. Seguro que todavía la gente mayor del pueblo te pregunta “¿Y tú de quién eres?”. Es un modo de definirte, de colocarte en el paisaje en función de tus raíces, de tu familia. A mis años, aún me tengo que presentar como la hija de Maruca. Porque aquí cada uno es de su pueblo, y de su barrio, y si me apuras, de su familia y poco más”.

“Ser empresa CETS me supuso sentirme, quizás por primera vez, y ante todo, de La Gomera. La Carta fue una llamada de atención. Nos recuerda que estamos todos en el mismo barco, nos ayuda a ser isla, a estar unidos y a hacer territorio. Hemos conectado con empresas de toda la isla, hemos trabajado juntos y, algo muy importante, nos han ayudado a sentirnos menos solo en nuestro esfuerzo”.

“Pero más del Parque Nacional, eso no. El Parque Nacional para mí siempre ha sido el corazón de la isla. Y dentro del corazón, su alma es el bosque del Cedro, donde pasé los veranos de mi infancia. En el incendio de hace cinco años lo único que podía pensar era que por favor no llegara a El Cedro. Habría sido como si la isla entera se hubiera perdido con las llamas. Lo que sí me ha facilitado la Carta es algo de lo que estoy muy orgullosa, que es aportar lo que puedo, como vecina y como empresaria, para que el alma de La Gomera se siga conservando”.