Grandes Gomeros: Isabel Hernández Marichal
Es imprescindible que la Historia Social y colectiva asuma nuevos parámetros desde donde analizar la participación de las mujeres en la evolución y consolidación del movimiento obrero. Un análisis de las prácticas y discursos sindicales no puede quedarse únicamente en lo publicable de un periódico o en la estadística de los conflictos laborales.
Además tiene que adentrarse en cómo se perpetúa o se transforma desde lo esencial, desde lo cotidiano, una realidad vista según unos valores determinados. En definitiva, interaccionar los espacios tradicionalmente catalogados como masculinos y femeninos, es decir, públicos y privados. El presente artículo quiere ser un pequeño homenaje a las mujeres trabajadoras y en concreto a Isabel Hernández Marichal, una entre muchas de las luchadoras por las libertades y la justicia social.
Isabel Hernández Marichal nació el 23 de febrero de 1909 en Hermigua, La Gomera, de dónde también eran sus progenitores. La mayor de tres hermanos, José y Rosa. Cuando aún era pequeña su padre decidió emigrar a Cuba trasladándose el resto de su familia a Tenerife. Comenzó a trabajar como tabaquera con tan sólo 12 años, recorriendo a lo largo de su vida diversas fábricas: “La Lucha” y “La Arautápala” en Santa Cruz de Tenerife y “Rumbo” en Las Palmas de Gran Canaria. El sector del tabaco fue quizás el mejor ejemplo de “proletarización”, al menos hasta mediados del siglo XX, en la minoritaria ocupación laboral de las mujeres. El taller representaba el salto al espacio público, al contrario de otros oficios como la costura o el servicio doméstico también desempeñado por mujeres. Un oficio que aún mantenía diferencias entre géneros: en los años 20 mientras un hombre cobraba 5 ptas/día, una mujer recibía entre 2 y 3’50 ptas.
A la edad de 16 años, Isabel se afilia a la CNT, en concreto al Sindicato de Tabaqueros de Ambos Sexos, que contaba en el año 1933 con 3000 afiliados/as. El sindicato fue su escuela en el aprendizaje de las ideas. Poco a poco se iría convirtiendo en una acérrima defensora de la lucha anarcosindicalista y en una enamorada de la cultura, por lo que dedicaba tiempo a la lectura y la formación. Participó en diversas huelgas y conflictos sindicales del tabaco, asesoró a sus compañeras en las fábricas y protagonizó algunos mítines importantes, como el celebrado el 1º de mayo de 1936 en la Plaza de Toros de Santa Cruz de Tenerife.
Estuvo muchas veces detenida por los continuos procesos de agitación social y/o conflictos sindicales. El 18 de julio de 1936 se puso en marcha su búsqueda y persecución por la reunión que un pequeño grupo de la CNT celebró en Los Campitos con el fin de “abortar” el golpe de estado. Isabel llegaba tarde a esa reunión pero informada de las rápidas detenciones de sus compañeros, se escondió. A pesar de no haber estado presente, fue condenada, en clandestinidad, por delito de rebelión a 12 años y un día de prisión (macro proceso judicial realizado contra 64 personas de la CNT del que fueron fusilados 19 trabajadores el 23 de enero de 1937). Dado el curso de los acontecimientos, Isabel optó por esconderse durante unos días hasta que logró embarcar para Las Palmas.
En esta ciudad le esperaba una nueva vida y la configuración de una nueva identidad.
Estuvo encerrada en el cuarto de una pensión durante ¡¡5 AÑOS!! Para poder salir y seguir viva, suplantó la identidad de su hermana Rosa, con la que burló la persecución judicial y comenzó a trabajar de nuevo en las fábricas del tabaco. En 1943 se une de mutuo acuerdo a Blas Pérez Sicilia, activista de la CNT de Las Palmas, con el que tuvo dos hijas: Josefa y Nieves. Aprovechando un indulto concedido por Decreto de 1945 para quienes no hubiesen incurrido en delitos de sangre, Isabel y Blas regresaron a Tenerife sobre el año 49. El indulto por la condena a prisión le fue concedido el 16 de enero de 1951.
Isabel vivió en su día a día en un mundo en el que la mujer ocupó un lugar decisivo. Desde su entorno familiar, condicionado por las dos marchas de su padre y su compañero, que emigró a Venezuela, hasta su entorno laboral. Ligada de forma permanente a la cultura y a la lucha social. Defendía la unidad en la lucha de clases y cuando tuvo ocasión puso de ejemplo el acto solidario hecho con los/as huelguistas de La Orotava (cuando el Sindicato de Tabaqueros de Ambos Sexos de la CNT acogió durante varios meses a los hijos de los agricultores en huelga en septiembre de 1934). Tras la muerte de Franco, Isabel fue reclamada por los nuevos y viejos componentes de la CNT.
Participó en el primer mitin público después de la Dictadura: el 1º de mayo de 1978. Un mitin celebrado en el Palais Royal (antigua Recova) que congregó a más de 1000 personas. También prestó su apoyo a la Coordinadora Feminista cuando conmemoró el 8 de marzo de 1979. Falleció el 3 de junio de 1983 a los 74 años.