Pocas cosas nacen sin dolor y ninguna gran transformación ocurre sin tensiones. Estamos viviendo el ocaso de un modelo de sociedad que puede y debe ser sustituida por otra. Hablo del colapso de una economía basada en explotar hasta el agotamiento los recursos naturales, que será reemplazada por una nueva manera de hacer y entender el mundo en el que vivimos, basada en el respeto al medio natural.
Me vino a la memoria el título de la vieja canción de los años setenta, cuando en uno de esos brujuleos que hago por redes sociales descubrí un asunto que no por conocido era menos interesante.
De sus muchos ingenios, decía, solo uno de ellos resistía al tiempo y a la intemperie: un burro de madera que nunca reveló qué cuchichean las brujas cuando la noche cubre La Laguna Grande.