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lunes, 16 de diciembre de 2024 19:20h.

El PP dice que no sabe "nada" sobre los 22 millones de Bárcenas

Rajoy se olvidó del hombre que, hasta 2008, le llevaba las cuentas. "No hay comentarios, tampoco del presidente". Para Génova, "no es del PP". 

PABLO MONTESINOS -Hasta no hace mucho, la sede nacional del PP -que este miércoles, en su peor momento, le dedicó un sonoro cerrojazo en lo político y humano- era como la casa de Luis Bárcenas. Tratado con el gusto más exquisito, era el tesorero e íntimo del jefe, y con coche oficial en la puerta. También con gran despacho -el mejor- en la sexta planta, la de la Gerencia, que se resistió a dejar a pesar de empezar en los papales.

Pero todo aquello, aquellos años dorados en los que Bárcenas no era conocido (su cargo, muy bien remunerado, es de los que suele "y debe" estar en la sombra), es historia. En marzo de 2008, con su implicación en la trama Gürtel, arrancó un largo y difícil calvario para él, pero también para un Mariano Rajoy que, ni de lejos, tenía el poder y control interno que ahora, ya en la Moncloa. Quien controlaba los dineros del PP fue perdiendo poco a poco, muy despacio, sus responsabilidades; primero la Tesorería, después la militancia y, finalmente, su acta de senador.

El entonces jefe de la oposición nunca quiso hacerle un feo público. Todo fue, oficialmente, voluntario. Aunque maquinó con Javier Arenas, íntimo de Bárcenas, su caída. La depresión de Rosalía Iglesias, su mujer -también implicada, e imputada- fue decisiva. De lo provocado por el tesorero, día sí y día también en los medios, Rajoy vivió los peores momentos mediáticos de su vida, con ruedas de prensa que fueron toda una odisea. "Si algo he demostrado es que no acepto el chantaje", tuvo que llegar a advertir. "No le reprocho nada", afirmó, no obstante.

Consigna: "Este hombre ya no es del PP"

Menos de cinco años después, con el PP en el Gobierno y Rajoy insuflado de poder interno, Bárcenas dejó de ser, en la práctica, un problema real para la cúpula de la que fue su formación. La consigna era clara: "Este hombre ya no es del PP y estaremos a lo que digan los tribunales". Y, fuera de eso, nadie dio la cara por él. Tampoco o, mejor dicho, ni mucho menos, en Moncloa: "¿Bárcenas? El Gobierno no tiene absolutamente nada que decir, y tampoco el presidente", fue la respuesta oficial.

Una patada al ostracismo, también en lo humano, para un hombre "de siempre" del partido. Tanto que estuvo al lado de Manuel Fraga, y también de José María Aznar. "Quienes hemos estado en el partido sabemos que era una figura clave, aunque ahora no se diga, o esté mal que se diga", según un miembro del aparato. Si bien su círculo íntimo en el PP se había reducido mucho, y el contacto con la cúpula -todos dirigentes surgidos del Congreso de Valencia, salvo Jaime Mayor Oreja- era prácticamente nula.

María Dolores de Cospedal fue la primera que, de puertas para adentro, reclamó romper con él. Y de ella vino la orden de no decir más que "lo que se sepa de la investigaciones determinará su responsabilidad", como después pronunció Carlos Floriano, su portavoz, en una improvisada rueda de prensa pasadas las seis de la tarde. "No tenemos nada más que decir, ni nada más que aportar" que "esperar que haya una sentencia absolutoria o condenatoria", respondió de forma reiterada.

Los populares supieron de la bomba judicial en plena reunión del área económica, que presidía el ministro del ramo, Luis de Guindos. Él también se pronunció, pero para insistir en que la "lucha contra el fraude es la prioridad del Gobierno, tanto en el ámbito de los impuestos como de la Seguridad Social". Según el juez, Bárcenas dispuso de 22 millones de euros en cuentas en Suiza.

Así cayó "don Luis". Sin palabras de cariño o, al menos, de presunción de inocencia. Su entorno dice que está apesadumbrado, incluso dolido, pero que cree que podrá explicarlo. Floriano afirmó públicamente que tales explicaciones no las dio a la dirección nacional. Su teléfono, en todo caso, sonó poco, a juicio de los comentarios recabados. "Don Luis", que estuvo hasta su caída al lado de Fraga, después de Aznar y más tarde de Rajoy, ya es otro cadáver más del PP por su implicación en casos de corrupción.