Opinión
San Marcos, capital de Agulo
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“El olor a sabina, esa madera propicia al fuego para derramar el olor que ahora huelo perfectamente mientras el sonido del teclado estropea ese clima que me envuelve, esas llamas a lo largo de la calle al lado de la iglesia que eran más poderosas que mil bombillas al iluminar las miradas y el alma, ese Angelito, antes, preparado para iniciar el ritual, ese Jorge, ahora, amigo mío, que tomó el relevo, dando consejos a los jóvenes, guiando para que todo vaya bien, haciendo ver a los otros que no hay prisa y que, sobre todo, disfruten de lo que tardará un año en volver.”